Sunday, November 16, 2008

LA CASA ROSADA

Para Willian "Perro seco".

El día que perdí la virginidad fue el peor día de mi vida.
Era un viernes en la noche a mediados de los ochenta y los cheros de la colonia Dolores donde yo vivía habían planeado ir esa noche a un burdel, yo les pedí que me llevaran pues en ese tiempo era menor de edad y no podía entrar solo, mi hermano Mochilero ya había muerto y otro de mis hermanos estaba en el cuartel, el mayor de todos andaba jodiendo en México, los cheros de la colonia me preguntaron si ya había cogido a una mujer y les conteste que si, pero a mis quince años no lo había echo todavía o por lo menos no en realidad, solamente en sueños libidinosos en las madrugadas de adolescencia que amanecía con mi calzoncillo mojado, o cuando trate con las chuchas de la casa que me mordían y no se dejaban agarrar o con las matas de chácaras al fondo de el solar que me dejaban el pico pegajoso.
En ese tiempo costaba veinte colones el polvo y en el taller donde aprendía un oficio me daban de limosna cinco colones semanales y por cuatro semanas había ahorrado los cinco pesos con la intención de comprar placer carnal.
Me temblaban las patas mientras caminábamos en la oscuridad por la carretera panamericana con rumbo al burdel, los cheros hablaban sobre las chavas con las que planeaban entrar al cuarto, todas las pécoras que ellos mencionaban tenían apodo, una era La chele Deisy, otra La licuadora, La pipiripao. Discutían entre ellos cuales de las "niñas" eran las que mas placer daban en la cama, llegamos hasta el lugar de pasiones y ellos aun no se habían puesto de acuerdo quien de las putas era la mejor para pisar, yo esperaba que se decidieran por alguna para así yo poder invertir bien mis veinte pesos en el ritual que me transformaría de niño a hombre.
Al no tener ni idea a quien escoger me puso mas nervioso, pero al final decidí que entraría al cuarto con la primera que me gustara, al llegar al puterío tuvimos que pasar la revisión del tipo que estaba de seguridad, el cabron no me quería dejar entrar por ser muy bicho, pero uno de mis cheros lo persuadió de que yo era primo de el hasta que el tipo me dejo entrar.
Adentro era una casa con paredes rosadas de allí surgía el nombre, además tenia un corredor inmenso de arcos, allí en el corredor estaban las sillas y mesas donde los clientes se sentaban a regatear la compra de placer lascivo. En una de esas mesas estaban unos guardias nacionales tomando cerveza, con sus cascos al estilo Nazi en sus cabezas y unos fusiles G3 los cuales tenían colgados del respaldar de la silla, solo uno de ellos tenia el fusil sobre las piernas y le acariciaba el gatillo.
A la derecha estaba un patio enladrillado, en el centro de el patio macetas con flores de veraneras, a ambos lados del patio estaban las entradas a los cuartos de las "chicas". Nosotros nos sentamos al fondo del corredor, lo mas lejos posible de los guardias nacionales, por si ya bolos se les escapaba un tiro, no nos diera a nosotros.
La mesa que nos toco estaba a la par de la rockola y uno de los cheros se levanto con la intención de marcar unas canciones, pero los guardias le gritaron que dejara la rockola en paz, pues ellos ya la tenían llena de pisto y aun no habían salido las rancheras que habían marcado. Los cheros pidieron cerveza, yo por ser menor solo pude pedir una gaseosa uva tropical.
Las prostitutas que no estaban ocupadas con los cuilios se acercaban a nosotros a medida que venían saliendo de sus cuartos con sus caras empolvadas, pintarrajeadas y con olor a perfume barato, la chava que elegí para perder la virginidad ya no era una chava, era una señora chele y veterana, le decían La chele Deisy, tenia como unos cuarentiocho años, medio vergueada pero la ropa escotada y la pintura la hacia que se mirara sexy y simpática, después de sacarme escalofríos al rozarme la espalda haciendo calentar mis coyoles y cerrar el trato de los veinte colones, la seguí hasta su cuarto, prendió la luz solo un minuto suficiente para desvestirse, pero me dio tiempo para mirar por primera vez a una mujer desnuda de carne y hueso, yo solo las había visto en revistas de adultos que mi hermano mayor guardaba debajo del petate de su cama, o mujeres con sus senos desnudos y en fustán que lavaban ropa en el río y yo las espiaba desde lejos escondido entre los matorrales mientras me pajeaba.
Mi nerviosismo era tanto que, me quede allí parado sin moverme, nada mas mis ojos recorrían pulgada a pulgada esos senos voluptuosos y ese monte de Venus tan atractivo, peludo y misterioso.
-¿Como te llamas?- me dijo mientras levantaba a oscuras la sabana floreada de la cama.
- A...A...Alberto Ci.. Ci...Cienfuegos.
- Alberto ¿que?
- Alberto Cienfuegos.
- Bueno ya vamos a saber si es cierto que tenes tanto fuego.
Me quede pensativo y en la oscuridad trate de encontrar palabras con filo para asesinar mi nerviosismo, al fin dije lo primero que se me vino a la mente.
- Pero mis amigos no me llaman Alberto Cienfuegos, me dicen Beto Pepeto.
La ramera soltó una carcajada que me recordó a la ciguanaba, ella se había sentado a la orilla de la cama, yo con la jeta abierta todavía parado en el quicio de la puerta, la puta al terminar de reír me llamo con un movimiento del dedo meñique, me acerque con pena, miedo y mas nervioso que antes, me tomo de la cintura y me sentó en la cama, metió su mano derecha atrás de mi camisa sudada y me acaricio la espalda arañándola, su mano izquierda la puso sobre mi panza y la bajo despacito buscando mi palomita, sus labios rozaron la orilla de mi oreja y me pregunto sensualmente:
- ¿Y porque te dicen Beto Pepeto?
- Porque mi mama tiene un puesto en el mercado y vende pepetos, mamones y paternas.
Se rió de nuevo pero esta vez mas suave, yo en mi oreja podía sentir el calor de su aliento y hasta mi nariz llegaba el olor a cerveza de su boca, ella me mordió suavemente la oreja y me susurro de nuevo.
- ¿Verdad que esta es tu primera vez?
- ¿Porque preguntas?
- Porque estas nervios y no te la encuentro, además estas hablando mucho, la mayoría de hombres solo vienen al mandado y al camino.
No dije nada, había sido descubierto y me sentía con vergüenza pues tenia para entonces el alma desnuda al igual que mi cuerpo.
Agarro mi mano derecha y me dijo que me enseñaría como acariciar a una mujer, como lograr a través de las caricias encontrar el punto Ge. En mi mente de adolescente yo me imaginaba que el punto G era como un punto de taxis o como un punto de soldadura de bronce en un balde roto, no quise preguntarle mas sobre el asunto, me avergonzaría mas, solo me deje llevar por sus manos expertas que guiaban las mías para recorrer el país de su cuerpo, primero recorrimos las montañas de sus senos para luego bajar a las llanuras de sus caderas y después descender al cráter de su ombligo, enseguida nos adentramos al abismo de Venus, donde mis dedos y los de ella terminaron perdiéndose en una caverna rosa pálida por la cual nosotros los hombres nacemos nos reproducimos y nos morimos.
Me enseño después como montar una yegua, me nombraba las posiciones mientras cambiábamos el trote y con su voz deleitable a mi oído me hacia que me alejara mas y mas de este mundo, me imagine que volaba sobre un túnel sicodélico con bolitas de luces azules y anaranjadas que masajeaban mi alrededor, cuando estaba a punto de llegar al final del túnel de regreso a la vida y estaba por terminar mi viaje de trancision de niño a bestia sonó un disparo y la peperecha salto del susto pero como yo estaba encima de ella mi salto fue el doble que el de ella, y por el puto doble salto las patas traseras de la cama se quebraron y quedamos en posición perpendicular de el suelo, la chera de por si no era socada, así que en esa pocision tan extraña me deslice y mi nariz termino frente a la caverna del bien y el mal que olía a chacalín juco, me seguía deslizando de su cuerpo, pero ella como buena profesional me agarro con las dos manos de las nalgas y me subió de regreso a la pocision anterior.
- Termina así que es mas rico- me dijo ella.
Yo solo pujia con mi respiración entre-cortada que se mezclaba con el sudor, el olor, el miedo y el nerviosismo.
Cuando ella sintió mis últimos escalofríos y espasmos, movió el vientre como una licuadora, el movimiento se mezclaba con una forma de succión interior que me dejo aturdido, agotado y con las patas que me temblaban.
- Vaya bájate.- me dijo y no entendí su cambio de actitud, en mi ignorancia de juventud yo esperaba que la chele Deisy fuera mi novia, mi encule, el amor de mi vida pues....pero no fue así, me baje enojado y me saque un peso de la bolsa del pantalón y se lo tire en la mesita de noche.
- Gracias, pero no quiero tu propina.- me grito mientras se acurrucaba a mear en una bacinica blanca de metal.
- ¿Porque no lo queres?- le pregunte yo con tono ofendido.
- Yo solo recibo propinas de hombres, no de bichos culos cagados, mejor guárdatelo para que te compres dulcitos o chibolas.
- Come mierda, hije' puta.- le dije y me salí de el cuarto tirando la puerta.
Cuando ella salio ya limpia y pintada se fue directamente donde un sargento y lo beso en la boca mientras me miraraba con desdeño, en el suelo estaba el guardia que se le escapo el tiro, estaba haciendo las cien pechadas que el sargento le había puesto de castigo, la chele Deisy se levanto y se dirigió donde yo estaba sentado y se sentó en mis piernas, me agarro la mano izquierda y la introdujo a la fuerza por debajo de su mini-falda hasta rozar el calzón que le cubría el pubis, lo apretó con sus manos haciendo fuerza sobre las mías y me dijo al oído.
- Mira bicho, jamás mientras vivas olvidaras este mico, ¿oistes?
Me mordió la oreja hasta sangrar y desapareció por el corredor moviendo las nalgas sensualmente, atrás de ella iba el guardia nacional castigado y sudoroso rumbo al matadero.

Nueva York, Abril,29 del 2006, 7:55 AM.

Índice

Prologo

I- La casa rosada.

II- El idiota y la gaviota.

III- La mujer de Managua.

IIII-Chichote.

V- Por diez dólares mas.

VI- Las sirenas chinas.

VII- Por ese olorcito a cuca.

VIII- Los tres puntos.

VIIII- El gnóstico y la puta.

X- El azucena.

Prologo

Gonzalo Guevara nunca pensó cuando era niño allá en su natal San Miguel, que un día pasaría a engrosar las filas de esos miles y miles de inmigrantes que colonizarían el Norte de América, así como jamás se imagino que en su adolescencia seria testigo de una de las mas cruentas guerras liberadas en su patria, sea como sea esos recuerdos mezclados con otras vivencias de infancia lo marcarían para siempre fuese a donde fuese y eso fue lo que precisamente sucedió cuando se radico en Nueva York, los fantasmas que por tantos años lo persiguieron se materializaron y en un una catarsis sui generis brego con ellos y con sus nuevos demonios en su país adoptivo, donde descubrió a los clásicos americanos y reafirmo su condición de Latinoamericano al leer a muchos autores que nunca en su vida había leído, ya sea porque fueran censurados en su patria o porque no tenia acceso a esos libros, algo común en un país donde la gente prefiere comer que comprarse un libro, le digo sinceramente, que en el marco de la raquítica producción de literatura salvadoreña que hay actualmente en la diáspora, el suyo me parece un texto de vanguardia, por su estilo desmitificador del objeto de la literatura, y muy bien estructurado.
Es un texto cuyo contenido se asimila en el primer intento, lo cual es característico de la buena literatura. Este tipo de literatura irreverente es la que me gustaría encontrar cuando abro las páginas culturales de los periódicos salvadoreños.
A Gonzalo lo conocí vía Internet cuando me llego un correo electrónico suyo invitándome a ser testigo de uno de sus múltiples proyectos artísticos, en este caso especifico una instalación de concepto atrevido, además de escritor es pintor y escultor, cineasta aficionado. Lo peculiar de sus cuentos es la forma tan folklórica en que los cuenta, es decir usando malas palabras o jerga como formas de expresión, ya que su arte esta dirigido a las masas, mucho menos son patanadas de gratis, el toma muy en serio su arte, así como sus temas, a alguna gente puede disgustarle por trompudo, pero no puede quedarse indiferente, solo se le puede criticar por tener el coraje de decir las cosas tal como son, sin adornos, ni suavizando las expresiones populares, así como tampoco se puede describir a la serpiente sin sus colmillos, el uso del coloquialismo salvadoreño mezclado con spanglish esta presente en su manera de expresar temas tan delicados en sus cuentos, como crudos sus contenidos sin llegar a la vulgaridad innecesaria, es decir sus personajes muchas veces son sacados de los lupanares que existen en todas partes, historias desagarradoras que parecen sacadas de las paginas rojas de los periódicos sensacionalistas, notas trágicas combinadas con chispazos de humor que las hacen mas digeribles al lector y con un alto grado de erotismo que rayan en lo indecente e inmoral, lo cierto es que los que leen sus cuentos negros son gente de a pie, de las fabricas, gente mayormente sencilla que se identifica con las situaciones descritas y el uso del lenguaje soez.
Gonzalo emula dignamente a Charles Bukowsky, por eso es indudable la gran influencia que el gran perdedor ejerce sobre su mas fiel admirador y discípulo.
Sus escritos bien podrían ubicarse en la categoría de existencialistas, por ponerles alguna etiqueta, ellos están saturados de violencia, sexo y drogas al mejor estilo del cine Hollywoodense, un genero por cierto muy rentable, sin embargo su originalidad consiste en que estos cuentos son parte de ese submundo y de esa subcultura que bien no tiene cabida en las sociedades burguesas que enuncian los valores cristianos como suyos y que los convierte automáticamente en garantes de las normas impuestas por ellos mismos, con el fin de mantener oprimidas a las masas que victimas de la desesperanza se lanzan a conquistar por todos los medios necesarios lo que creen suyo, aun trasgrediendo la ley y quebrantando el sistema.
Por eso estos cuentos le trajeron fama de provocador y bochinchero, la compañía de Jesús se los rechazo, no se atrevieron a publicarlos y no le quedo mas remedio que auto financiarlos, muy a pesar de eso han tenido amplia acogida entre esa masa proletaria inmigrante que pulula por la gran metrópolis, llevando a sus espaldas esa carga de inadaptados de un sistema que se esfuerza por marginarlos y anularlos.
Pese a todas estas vicisitudes mencionadas no se dio por vencido y continuo con la saga y prueba de eso es este segundo libro que cierra un ciclo en la temática de bares, barras y burdeles.
Estos dos libros le auguran desde ya un sitio en las nuevas letras centroamericanas de la diáspora, que emergen bajo la censura o la indiferencia.
Este segundo libro retoma la temática de la desesperación y la nostalgia en la oscura soledad del hotel donde conocimos al autor, quien finalmente ha roto el cerco y se posesiona como un narrador de la desventura y la desesperanza y leal a sus principios no se compromete con el Establishment, sigue escribiendo con la misma sinceridad que lo caracteriza, es decir sin tapujos y con fidelidad, características que lo convierten en un exponente vanguardista de este genero literario y que es parte del fenómeno de la construcción de la identidad guanaca en el norte, aun campeando terribles criticas y señalamientos burdos que no tienen fundamentos, para bien o para mal pasara a la historia como precursor de este genero maldito, que desde ya ocupa un puesto privilegiado en los anales de la indomable generación irreverente formada en el mismo corazón del imperio que les vio llegar de forma silenciosa hasta alcanzar el reconocimiento de académicos e historiadores.
Así también este libro “Barras y otros lugares” marca un hito entre la comunidad salvadoreña victima de la transculturizacion propia de los pueblos migrantes, generación que generalmente es la mas aporreada por ser la primera, así mismo saca del anonimato a esos millones de seres humanos que diariamente se debaten entre la locura y la nostalgia lejos de la tierra que les vio nacer, por cumplir con ese compromiso de amor hacia los que dejaron atrás por alcanzar un sueño, donde echaron raíces en espera de mejores tiempos para su patria, la patria de todos los aventureros.
Para ellos van dedicadas estas paginas escritas con sangre y dolor con la esperanza de que aquellos que jamás pasaron por situaciones semejantes entiendan mejor el sufrimiento de nuestros compatriotas.

Roberto Cabrera. Hempstead, NY, 30 de Octubre del 2008.